miércoles, 5 de diciembre de 2007

La aventura progresista. Episodio II.

La I Guerra Mundial se estaba gestando desde finales del s. XIX y si sucedió en 1914 fue por casualidad, no porque en el siglo XX la gente fuese más cruel que en siglos pasados. De hecho, creo que si en el s. VIII hubiesen tenido las armas de las que hoy disponemos, no habría ética que las hubiese controlado y quizás estaríamos descansando con los dinosaurios. Pero hablemos de la I Guerra Mundial.
La guerra viene siendo un enfrentamiento entre dos bloques: Austria-Hngría, Prusia y Rusia por un lado y Francia e Inglaterra por otro. Quizás otro día hable más de esta Guerra, pero hoy sólo me interesa su relación con el marxismo-socialismo-progresismo.

El movimiento teórico político del marxismo lo tenía muy claro. El desarrollo del capitalismo provocaría el enfrentamiento entre los grandes Estados nacionales y la guerra era evidente, así que había que dejarla llegar. El “proletariado” de todo el mundo aprovecharía para combatir, no contra sus iguales, sino juntos como hermanos, miembros de una comunidad proletaria (que parecido al pensamiento cristiano, ¿verdad?) contra los empresarios capitalistas que los oprimían. Si alguien lo duda, que lea por ejemplo la famosa moción de Stuttgart de la II Internacional de 1907. No se trataba de paz, sino de otra guerra.

La Guerra
comienza en 1914 y los teóricos del marxismo ya saben lo que va a pasar… pero cuatro años más tarde, en 1917, resulta que la historia no estaba escrita en una ley. Los proletarios no eran una única “clase”. Permítanme decir que se estaban construyendo, pero no estaban construidos, lo que explica que las clases o las identidades no existen per se, si no porque las construimos. El determinismo se viene abajo. La historia se construye día a día y no responde a un planteamiento teórico. ¿Por qué? ¿Acaso la vida no es perfecta? ¿Se ha confundido la naturaleza o Dios? Más bien, se han vuelto a confundir las personas. El marxismo aseguraba que los “proletarios” se unirían, aunque en vez de creerlo, presionó para ello, no fueran a equivocarse. A lo mejor no presionaron lo suficiente y se equivocaron.
La “revolución roja” tuvo lugar en Rusia, aunque Marx en uno de sus ensayos había predicho que se daría en España y no fueron pocos los que lo intentaron por entonces. Pero esa es otra historia. Decía que la revolución roja se dio en Rusia de la mano de Lenin, Trotsky y Stalin, entre otros. Primero contra el Zar, luego contra el ejército blanco, después contra los mencheviques, después contra la vieja guardia bolchevique, etc.

En Alemania, Rosa Luxemburgo también lo intentó. Hermanos proletarios, uníos a la revolución, arriba los espartaquistas. Pero los hermanos proletarios no se unieron y los espartaquistas se vinieron abajo y Rosa Luxemburgo acabó en un canal.

¿Falló el determinismo marxista? Es evidente. Ni existe el determinismo, ni existen las identidades fuera de las personas. Nadie es proletario a no ser que se considere como tal. Nadie es proletario por estar oprimido por el sistema capitalista. Las identidades se construyen, no vienen construidas. El marxismo confió en su “verdad” sobre el mundo, pero el mundo le enseñó que no era “verdad” su “verdad”. Aún así, la teoría política del marxismo siguió jugando con sus ideas.

Antes de acabar, sólo dos cosas más. La primera es que Lenin, Rosa Luxemburgo y demás marxistas confiaron en la unión del proletariado, pero creyeron ser la voz y pensamiento únicos de eso que llamaban “proletarios” y resultó que existían más voces y más pensamientos. Qué lástima que los proletarios fueran personas y no robots o esclavos, debieron pensar. La segunda es que en la Guerra Mundial como en todas las guerras no se luchó por la patria como muchos piensan: la nación antes que la clase; pero esa es otra historia como ya apunté.


P.D. En el próximo episodio: Gramsci. Ese gran desconocido.

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