miércoles, 5 de diciembre de 2007

La aventura progresista. Episodio VI.

Mientras hablamos de cómo se desarrolla el “progresismo” conviene tener alguna otra referencia de aquellos familiares que dejó en el camino. Vaya, otra vez usando un vocabulario conservador, tradicional y católico para hablar de la izquierda. Qué mal por mi parte.
Me refiero al comunismo, a la Internacional Comunista, no a las payasadas internacionales que habían fracasado antes de la I Guerra Mundial, a la Kominterm, a la conciencia del marxismo. Si hay que crear “marxistas” hay que definir lo que es un “marxista”. La Kominterm era a la conciencia lo que la Cheka a la sociedad. La Kominterm vigilaba que se pensase correctamente y la Cheka era la policía secreta que hacía que la gente se comportase como se tenía que comportar. Münzenberg, antiguo compañero de Lenin, fue el responsable de dirigir la máquina del marxismo, la que estaba llamada una vez más por los designios de la providencia a cambiar la mentalidad de occidente. Pero Müzenberg ya sabía que el tiempo no daba la razón, que la razón había que conseguirla como Lenin consiguió el poder. Así que la Kominterm se convertió en una “agencia de noticias”, un centro de difusión de informaciones y desinformaciones. Qué curioso que los medios de comunicación estén tan relacionados con el poder, ¿verdad? No sólo Hitler tenía un control casi absoluto de la información, ni Franco era el Generalísimo de la censura o la Iglesia Católica era la dueña de la moral en la Edad Media. Cuando el poder está centralizado, el poder corta la libertad. No es cuestión de quién, sino de cómo. Incluso en democracia, el poder y la información cohabitan en un mismo espacio. Esto es lo que voy a hacer y esto es lo que tienes que decir.

Volvamos a la Kominterm. Además de una “agencia de noticias”, una cocina de información, sirvió de plataforma para periódicos, revistas, radios y productoras del séptimo arte, el cine, ese nuevo medio de expresión de ideas y creación de conciencias. Pero ¿qué ideas propagaron por Europa? Básicamente una: quien esté en contra de los comunistas es un fascista. Cuando alguien se oponga al comunismo, léase también, progresismo, se le tachará de fascista o de nazi. Esta repetición provocará una asociación de ideas y si se hace en un número suficiente de veces, la gente se lo acabará creyendo ¿Les suena? Hace poco se lo escuché a Chávez y casi todos los días a la izquierda progresista. Quien esté en contra de su pensamiento es un fascista.

El enemigo ya no es Occidente que es una palabra que aún tiene mucho poder. Ni la Iglesia Católica que parece que también lo tiene. El enemigo es el fascismo, que es más fácil de derrotar. Si eres comunista, no eres fascista. Si eres anti-fascista, eres comunista. Esa es la seña de identidad de la Kominerm. O traído a lo que se dice hoy en día. Si eres progresista eres antifascista. Si eres antifascista, eres progresista. Una estrategia estupenda que se ha filtrado de lleno en el pensamiento de hoy. Menos mal que algunos sabemos explicar que políticamente se puede ser algo distinto al fascismo y al progresismo.

Pero no sólo el comunista era antifascista, sino que era un intelectual, un avanzado, alguien que buscaba el progreso de la sociedad… Lo han adivinado, un progresista. “Escritores del mundo, uníos”. Supongo que esa habría sido la nueva consigna para periodistas, novelistas como Hemingway, dramaturgos como Bretolt Brecht, científicos y el séptimo arte, el mundo del cine que tanto gusta hablar de la caza de brujas y la persecución del comunismo. Ya se sabe que los perseguidos tienen un sitio ganado en el cielo.


P.D. En el próximo capítulo volvemos a la tradición progresista.

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