miércoles, 5 de diciembre de 2007

La aventura progresista. Episodio IV.

En esta aventura progresista habíamos dejado a Gramsci escribiendo desde la cárcel, que no desde la celda de Bécquer. En cierta forma creo que Gramsci es el padre de la criatura, del “progresismo”, pero la familia es más grande… y disculpen por usar los términos conservadores de la familia para hablar del “progresismo”, quizás sea una pizca de malicia por mi parte.
Gramsci se dio cuenta de que el “progresismo” tenía que ganar en el mundo de la cultura, de los significados compartidos. Pero dije que no fue el único, sino de los pocos. También llegó a la misma conclusión Lukacs.

Pero antes de hablar del húngaro, sólo una pequeña anotación para no confundirnos. El comunismo y el “progresismo”, aunque con fuentes comunes se fueron desarrollando por separado. El comunismo es Stalin, Mao, Che Guevara, Fidel Castro e incluso Chávez en nuestros días. El “progresismo” tiene otros nombres.

Al igual que con Gramsci, dudo mucho que los “progresistas” sepan quién fue el húngaro Gregory Lukacs. Supongo que alguno habrá, pero quizás sea más popular la maravillosa Escuela de Frankfurt y su joven Marcuse. Efectivamente, en torno a los años 20 (del s. XX, claro), Lukacs y otros camaradas del Partido Comunista Alemán, crearon el Instituo de Investigación Social, ligado académicamente a la Universidad de Francfort, para continuar los planteamientos teóricos de Gramsci, es decir, conseguir la Universidad para dar forma a la cultura “progresista”. La Escuela de Francfort consiguió prestigio con Max Horkheimer, Theodro Adorno, Erich Fromm y su gran joya, Herbert Marcuse. Pero llegó Hitler y su nacionalsocialismo, que por mucho que me digan que no tenía nada de nacionalismo ni de socialismo, yo se lo encuentro por todas partes. La nación alemana es de los alemanes y los alemanes tienen que unir sus fuerzas en beneficio de los alemanes. Pero esa es otro historia que ya contaré. El caso es que llegó el nacionalsocialismo de Hitler y sus científicos, ¡ups, perdón! Que no está bien diche relacionar la ciencia con una persona tan mala… Pues eso, que llegó Hitler, los ideólogos del “progresismo” huyeron. ¿A la URSS como Gramsci? No. A los EE.UU. A la Universidad de Columbia, Nueva York.

Pero antes de hablar de la Escolástica de Marcuse y la contrarrevolución, acabaré hablando algo más de Gregory Lukacs, que lo dejó por ahí arriba. Gregory Lukacs fue comisario de cultura del comunismo de Bela Kum. Lukacs llevó a la práctica lo que Gramsci sólo había pensado. Hay que destruir los pilares de Occidente, por ejemplo, la sexualidad. La tradición moral de Occidente, y no sólo anclada en el cristianismo, se basaba y quizás aún resista con el paso del tiempo, en una concepción íntima de la sexualidad. Lukacs defendió el amor libre y el intercambio sexual, una necesidad humana a la que hay que dar salida, una necesidad oprimida por la religión y la familia, por la idea de la monogamia, el límite al placer natural. Y lo hizo poniendo en práctica un programa de educación sexual en los colegios. ¿Les suena a las políticas del nuevo “progresismo”, la izquierda del s.XXI? La sexualidad ha sido desde entonces un pilar del “progresismo”, pero no entendida como la libertad de conducta sexual, sino como enemiga de la concepción de la familia tradicional. No significa lo mismo decir que dos personas libremente pueden mantener una relación sexual, que decir que no es necesario el matrimonio para mantener relaciones sexuales. Uno incide sobre la “libertad individual” y el otro en la oposición a la “familia”, concepto conservador y por qué no, católico. Lo mismo ocurrirá con el divorcio o el uso del preservativo. La definición del progresismo se basa en humillar al contrario, en este caso, a la religión, al cristianismo, a la iglesia católica y a la familia. Es curioso ver como en la actualidad, a un lado sigue estando el “foro de la familia” y al otro, los “progresistas”. Pero los primeros han ido perdiendo su identidad y tienen que justificarse ante la sociedad, mientras que los segundos, ya no lo necesitan.

Para quien quería mi opinión sobre “los progres”. Defiendo la idea de libertad frente a la de imposición o esclavitud, pero no frente a un grupo libre que piensa de forma distinta. No estoy contra la Iglesia o contra una Asociación, sino contra los límites que pueden establecer. Quiero ser libre de usar un preservativo, no usarlo para joder o cómo dicen algunos “progres”: follarse a la derecha.


P.D. Ahora sí. El próximo episodio sobre Herbert Marcuse

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