miércoles, 5 de diciembre de 2007

Vivienda protegida. Cuentos de hoy

Érase una vez que se era una líder política bienintencionada que quiso construir casas para todos. La gente le aplaudía por la calle y le daba las gracias. Qué buena es usted. Siempre aparecía alguno en el café que decía que los políticos no eran buenos, que tenían que hacer lo que tenían que hacer. Que la vivienda era un derecho y que el político sólo quería sacar votos. Y lo decía en masculino porque las mujeres en política no están para sacar votos, sino para traer el bien a la humanidad… je, je, je… En fin. La líder política tenía un plan y estaba dispuesta a desarrollarlo. La gente estaba con ella. ¡Vivienda protegida ya!
Antes de nada, diré que es falso que la gente quiera vivienda portegida. Lo que quiere la gente son viviendas baratas, o mejor dicho, que las pueda comprar sin hipotecar toda su vida. Imagínense una “vivienda protegida” al mismo precio que una “vivienda libre”. ¿A que nos da lo mismo la primera que la segunda? No se trata de política, sino de dinero.

No quiero una vivenda protegida porque no quiero deberle favores políticos a un gobierno. El gobierno me va a dar una casa, qué bueno es el gobierno. No, no y no. Me dicen que la patronal está con el gobierno y yo respondo que no puede ser de otra manera. El gobierno le está diciendo que le va a comprar casas que es lo que quiere la patronal. No hacer casas que la gente compre o deje de comprar a su capricho. Venderlas antes de hacerlas y aún encima sabiendo lo que se va a ingresar. El gobierno es un chollo y si la gente lo ve así, a lucrarse y todos tan felices. Los gobiernos tienen la solución. Para que la gente nos vote les daremos viviendas. Para darles viviendas compraremos casas. Y comprando casas mantenemos el sector de la construcción y así no hay crisis inmobiliaria. ¡Qué bueno es el gobierno! Además, si sigue la construcción, siguen las mismas empresas y los mismos sindicatos en el poder. Nada cambia y la gente está contenta. Creo que es una buena estrategia la de esta líder política. La gente la votará y ella saldrá en los periódicos. Lástima que no la comparta.

Si el precio de la vivienda es caro es por varios motivos. El primero se puede explicar desde la teoría del valor objetivo de Marx y de la economía de costes. Si la vivienda es cara de construir, tiene que ser cara de vender. El segundo se puede explicar por lo que llaman oferta y demanda. Como hay muchísima demanda, mucha gente que quiere una vivienda y la oferta es limitada, porque la construcción no es infinita, el precio se eleva.

La solución de los primeros sería reducir los costes, tanto de los productos utilizados en la construcción como en los salarios. Pero claro, cada vez se quieren casas de más calidad, ecológicas, etc. y los costes nunca se reducen. La solución de los segundos sería dejar de comprar durante un tiempo para que se reduzca el precio. Ja, ja, ja. Claro, como no se compran hoy, bajarán y se comprarán mañana y el precio volverá a subir. Ambas soluciones son circunstanciales pero no atajan el problema. Entonces llegan los padres del intervencionismo. Lo importante es que nadie se de cuenta del problema. Nosotros subvencionamos la reducción de costes de producción y salariales, subvencionamos la calidad, subvencionamos la demanda, subvencionamos la oferta. No hay problema. La gente tiene casas, las empresas construyen y nosotros recibimos aplausos.

Quizás lo mejor sea seguir dormidos en una vivienda protegida y no darnos cuenta de los problemas de fondo. Que el intervencionismo nos pille confesados, sobre todo a los que pecamos cuando pensamos en él.


P.D. (Para el nuevo feminismo) “Érase una vez que se era una líder”… y no digo “lídera” porque me suena fatal. Si quieren inventar palabras, háganlo, están en su derecho y yo no se lo voy a negar, pero no me obliguen a usar palabras que no existen en lugar de las que sí existen. “Érase una vez que se era una política bienintencionada”… Dado que el lenguaje se ha desarrollado de una forma y no de otra, decir una “política bienintencionada” significa en principio que es un “plan político a desarrollar, una política, una idea”; pero con el uso del idioma y no con su persecución, una “política bienintencionada” puede significar una señora que se dedica a la política. Política, palabra en femenino, no por cuestión de sexo, sino de evolución del lenguaje.

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