martes, 16 de octubre de 2007

La buena educación II

Aún recuerdo aquéllos días en que gritábamos por las calles de Santiago "¡Non á LOU! ¡Non á LOU!" Y digo gritábamos porque yo fui de los primeros en salir a protestar contra la ley de Pilar del Castillo, de aquéllos que se juntaron en el Aula Magna de Económicas y como no cabíamos, tuvimos que reunirnos en la plaza de atrás y hablar por un megáfono. Luego vino el entierro de la Universidad en Bonaval, el trenecillo de la Quintana... Incluso un día me dio por leer la ley y ahí lo entendí todo. Nadie se había leído la ley y se criticaba sólo porque había que echar del poder a Fraga y a Aznar. A lo mejor es que no estaba educado para la ciudadanía.
Escuché también por entonces, a ciertos políticos hablar de unidad, de pacto, de crear las condiciones para un sistema educativo que fuese de todos y no de una parte. Esos mismos que luego llegaron al poder e hicieron su propia ley de educación sobre su antigua ley de educación.
No voy a discutir sobre el contenido de la ley, sobre si es mejor la idea del esfuerzo en aprobarlas todas o la eficiencia de aprobar las que uno quiera. Y no voy a discutir sobre ello porque no estoy de acuerdo con la enseñanza estatal, y en caso de tener que aceptarla, no estoy de acuerdo con el sistema de enseñanza que hay de fondo, por tanto, cualquier solución me va a parecer mala a priori.
Lo que sí voy a dejar en cuestión ha sido la política del gobierno en educación. A mí me dijeron que serían plurales, que hablarían con todos, que buscarían el consenso... y al final, a joderse. Hablaron con quienes les dijeron que sí y lo llamaron consenso.
Política educativa: N.M. (Necesita Mejorar que se decía entonces)

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