sábado, 10 de noviembre de 2007

El conflicto nunca acaba. Pluralismo y unidad

Cuando la gente me pregunta qué pienso de la política siempre digo que es divertida… Venga, en serio ¿qué opinas?... En serio, opino que es divertida. Puede que sus consecuencias no lo sean, pero en sí, la política no es más que un juego entre los hombres por el poder… Y aquí empieza a ser divertida porque alguien dice: los hombres y las mujeres… Empieza el juego.
La política son palabras y las palabras se interpretan, de ahí que los políticos tengan que ser actores en el gran teatro de la política. La política es una ciencia que explica cómo nos comportamos en sociedad y un arte de quienes se salen con la suya. La política es un juego… sin final feliz, pero tampoco triste, porque no tiene final.
Alguien me dijo una vez que yo era pluralista y puede que sea verdad. A veces creo que la libertad no es más que una pluralidad infinita de opciones, pero qué ocurre cuando alguien sólo acepta una opción única… Es imposible incluir una “opción única” en una pluralidad de opciones, por tanto, la pluralidad no es infinita porque tiene un límite de partida… No sé si me explico… Desde hace ya bastante tiempo, parece que Coruña tiene un gran problema con su topónimo, de hecho el nacionalismo gallego hizo de ello su batalla en la ciudad… Aún recuerdo como uno de sus miembros nunca daba clase en el instituto por atender a su partido y a su nación, no así a sus alumnos, y corría a quitar la “L” de hierba a la entrada de la ciudad… La opción única sería que la ciudad sólo puede tener un nombre auténtico y oficial, A Coruña en gallego o La Coruña en castellano… Las opciones plurales serían que pudiese haber dos nombres oficiales, A Coruña y La Coruña, o que se eliminase el artículo, Coruña como todos la llamamos… Siempre defendí el pluralismo del nombre, creí que así se aceptaban todas las visiones, pero me di cuenta de que no… Lo importante no es la forma, sino el fondo. Aceptar el término A Coruña, además de Coruña y La Coruña, es acabar con el “topónomo auténtico”, la “opción única” y verdadera; por tanto, el pluralismo, aunque acoja todas los formas, no admite todos los fondos. El pluralismo no lo acepta todo, el conflicto nunca acaba.

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