martes, 27 de noviembre de 2007

La soledad del juzgador

Ja, ja, ja… Me río por no llorar… Todos aquéllos que hablaban de no hablar de las instituciones y de los jueces, que eso no era propio de los demócratas y que sólo lo hacían los maleantes del PP y de El Mundo; resulta que ahora ponen el grito en cielo y deslegitiman la labor y la fama ganada por un juez porque su mujer acaba de publicar un libro.
Vamos a ver, seamos serios por una vez en la vida. Ya no pido serlo siempre, que sé que es imposible. O se puede hablar de los jueces o no, pero no me vendan que se puede hablar cuando ustedes quieran porque les conviene y que no se puede cuando no les conviene. Sé que lo harán porque de eso trata la política, la capacidad de convencer a los demás, ya lo dijo Protágoras y Gorgias hace muchos años; pero no me vendan esas ideas porque no voy a comprarlas, aceptarlas, léase si se quiere, quedar convencido.
Desde mi más profundo respeto a la libertad de expresión, entiendo que por supuesto que se puede hablar de los jueces y de las instituciones, porque así comenzaron las revoluciones liberales que nos hicieron ciudadanos. Desde mi más profundo respeto por las leyes “que nos hemos dado” y permiten nuestra convivencia, me gusten o no, estoy dispuesto a aceptar ciertos límites a esa libertad de expresión, aunque lucharé desde mi opinión por eliminarlos.
Comenzaré diciendo que no he leído el libro de “La soledad del juzgador” que ha escrito Elisa Beni, esposa del juez Gómez Bermúdez que llevó el caso del 11-M. Pero también diré que estoy seguro de que me lo leeré porque me parece interesante descubrir el punto de vista de una persona que convive con un juez. En principio no me importa lo que diga, sino el hecho de que lo diga.
He oído críticas a este libro, la nueva censura intelectual y llena de razón, los “cívicos” que saben distinguir el bien del mal. Dicen que una mujer que es directora de comunicación del TSJM no puede escribir un libro pero no dicen por qué. Ah, que tiene una posición privilegiada. Claro, cuando uno hace un viaje no puede escribir un libro sobre dicho viaje porque es un privilegiado. Demagogia barata. Una persona es una persona y si tiene privilegios o no es una cuestión de oportunidad, momento y capacidad. No creo que la mujer escriba un libro sobre la guerra de los Balcanes, porque no ha estado allí; sin embargo, Pérez Reverte escribe territorio comanche porque ha estado allí. ¡Oportunista! Sí, oportunista. ¡Qué tiene de malo! Creo que lo único que tiene de malo es que muchos otros habrían querido gozar de ese “privilegio”, es envidia lo que esconden sus palabras. Envidia por un “beneficio” que puede conseguir la mujer de un juez. Envidia. Envidia por convertir un juicio en una mercancía. Cuanto marxismo escondido en nuestras mentes. Quizás yo acepte el libro porque no la envidio, porque no me parece un privilegio haber estado al lado de un juez en dicho caso y creo que era yo el privilegiado mientras hacía mi vida sabiendo que un juez competente resolvía un caso tan complicado.
Contra estos nuevos “censores” yo exijo más libros. Es un caso interesante y todo lo que se escriba sobre él será bienvenido, esté de acuerdo o no con lo que se diga. Prefiero que se hable a que se calle. No soy de los que cierran bocas, sino de los que quiere que la gente hable.
¡Enhorabuena por publicar el libro y ánimo a la gente que quiera escribir!

P.D. Una pequeña matización. Como no he leído el libro no puede defender o criticar lo que en él se dice; sólo estoy defendiendo su publicación.

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