martes, 27 de noviembre de 2007

¡Que frío, che!

“¡Extra, extra! ¡Chávez congela relaciones con España!” Y yo que pensaba que las estaba calentando, ¡qué ingenuo por mi parte!
Chávez es un tipo simpático para los suyos, un caudillo de un nuevo orden mundial que traerá pan a los pobres y esperanza a los indígenas, las clases sometidas por el capitalismo y los imperialistas, los americanos de ahora y los españoles de antes que les cortaron la garganta.

Permítanme una pequeña matización. Esa crueldad de las gargantas fue hace quinientos años, más o menos, y permítanme opinar en alto: posiblemente Chávez descienda de los que cortaron gargantas más que de los que padecieron tal horror. Lo digo porque él es de los poderosos y no de los que padecen el poder; es de los que cierran gargantas y no de los que permiten hablar; es de los que se quejan de que un Borbón le mandó callar, cuando realmente le hizo una pregunta, y no sé da cuenta de que era él el que no dejaba hablar. Por otra parte, no me considero descendiente de aquel Imperio español, sino de mis padres y como mucho de mis abuelos. Soy responsable de mis actos, pero no de la expulsión de los judíos, por ejemplo. Quien sabe si soy descendiente de un judío que se quedó a escondidas en España por aquel entonces. La historia explica pero no justifica ni a unos ni a otros.

Volviendo al tema. Me alegro de que Chávez congele sus relaciones con España porque creo que se estaban poniendo muy calientes. Congelarlas significa dejar de hablarse, pero no significa romperlas o enfrentarse. Creo recordar que el gobierno ZP que tantos halagos recibe, fue el mismo que vendió barcos de guerra a Venezuela para paliar los problemas del sector naval en España. Congelar las relaciones supone que Chávez dejará todo como está. Los mismos impuestos para Repsol y el Santander y que pagará por los barcos que le hemos vendido. Si las relaciones se calentasen, a lo mejor otro gallo cantaría.

No estoy muy de acuerdo con nuestra política internacional, porque no es templanza y talante lo que demuestran Moratinos y Trinidad Jiménez, sino que se parece más a dejar pasar el tiempo y que Dios nos pille confesados como hacían Fraga y Rajoy con el Prestige.

Ahora bien, creo que no soy tan ingenuo cuando creo que Chávez calienta sus relaciones y no las enfría. Congelarlas me parece una ironía, un recurso retórico de un buen orador. Creo que las está calentando, que quiere un conflicto diplomático, que Repsol y el Santander dejen su dinero allá y que los barcos le salgan gratis… A fin de cuentas, todos tenemos el derecho ser defendidos y ser educados, si se postula la educación gratuita, también la defensa ¿no?

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