sábado, 24 de noviembre de 2007

Impuestos y economía

Hace poco escuché a alguien decir que primero se luchó por pagar impuestos y ahora no se quieren pagar, ¡qué contradicción! Vayamos por partes. La democracia no es sólo impuestos. Los impuestos son una fórmula de gestionar la esfera pública que se ha ido desarrollando con el tiempo. ¿Es obligatorio que existan? No. Se han inventado y se han aceptado. ¿Se puede estar a favor o en contra? Por supuesto. Pagar impuestos no nos hace demócratas, por tanto, un demócrata se puede negar a pagar impuestos y no caer en contradicción con sus ideas; ahora bien, si no quiere pagar impuestos tiene que buscar fórmulas alternativas para la gestión pública.
La persona que hablaba mantenía que en aquellos inicios de la democracia moderna, los políticos eran los que contribuían y que la extensión universal de la ciudadanía fue extendiéndose a la par que la idea de contribuir, de pagar impuestos. Pagar impuestos era acceder a la condición política y las políticas públicas iban dirigidas hacia quienes contribuían. Lo que no decía después es que la historia puede explica la realidad, pero no justificarla. Que las cosas se hagan de una manera u otra se debe a procesos históricos, lo que ha ocurrido y lo que está ocurriendo. Pero la historia no justifica moralmente que las cosas sean como son, es decir, que estén bien o mal hechas o que sólo tengan que ser de una forma. Es verdad que la expansión de los impuestos, la capacidad contributiva, se fue extendiendo a la par que se construía la idea de la democracia moderna, pero una no justifica a la otra necesariamente.
Pagar impuestos o no se hacía aún sin existir la democracia. Los impuestos son una tasa obligatoria que uno debe pagar, por tanto, en democracia, uno se puede preguntar por qué, cómo o para qué paga impuestos. No se puede negar la posibilidad de los ciudadanos de cuestionar los impuestos, tanto para quienes quieren ampliarlos como para quienes quieren reducirlos. La legitimidad de los impuestos es una cuestión política, pero su gestión es más económica. Depende de las circunstancias económicas de cada uno, su posición favorable a aumentar o reducir los impuestos.
No estoy de acuerdo con esa afirmación de que la izquierda quiere aumentarlos y la derecha reducirlos. Estoy más de acuerdo con la idea de que quienes dependen del sector público como el Estado, los gobiernos autonómicos y locales, las asociaciones y los sindicatos quieren aumentar los impuestos para que les toque a más; mientras que aquellos que ven que la gestión pública no les ofrece grandes beneficios, prefieren pagar menos.

Y hay otra idea que me toca las narices. Si se bajan los impuestos no se reduce la recaudación total. El 10% de 100,00 € es 10,00 €, pero el 5% de 200,00 € también es 10,00 €; 10 personas que paguen 100,00 €, suman 1.000,00 €, pero 20 personas que pagan 50,00 € también son 1.000,00 €. La recaudación depende tanto del número de personas a contribuir como de las diferentes formas de recaudar como sobre todo, la riqueza de la gente. Bajar impuestos puede suponer una mayor recaudación si aumenta el número de contribuyentes, su riqueza o las formas de contribuir. Los impuestos son economía, su legitimidad es política. ¿De qué queremos hablar?

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